23 febrero 2013

Sonrisa eterna

Abrir este blog es como levantar la tapa de un ataúd, o esa es la impresión que me da cada vez que entro para decir algo que no tengo muy claro. Todo es muy dramático cuando no tétrico, pretendo dirigirme a mí, pero no me digo nada en concreto, quizá más bien pienso en hacerlo, eso, me pienso y lo dejo.

Veo cada hueco, parezco limpio, no sale ningún gusano por las cuencas de los ojos o intentando abrir las puertas de los dientes, todo está impreso en las paredes de este hueso como bisontes en una caverna, me sirve de recordatorio, únicamente es algo terapéutico.
Verse desde afuera, explicarse desde adentro, expresarse de vez en cuando y con un mínimo de gracia, esa que sólo tiene mi esqueleto, ahora que tengo la metáfora en la mano, la sonrisa eterna, y buscándole lírica al asunto, puedo seguir sin decirme nada, esperando que la mandíbula inferior castañee por algún temblor de mi mano, (pues lógicamente terminé cogiendo el cráneo), dejando salir algún sonido gutural que comprenda, eso que no llega, ese motivo que me mantiene activo en el mundo de los vivos para olvidarme del mundo de los muertos.

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